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En Colombia la realidad laboral refleja una gran desigualdad.
Benito Martínez, un muchacho nacido en el pueblo de Vega Baja en Puerto Rico, hijo de un camionero y una maestra, que trabajó como empacador en un supermercado mientras sacaba tiempo para hacer música, va a ser el protagonista de uno de los eventos más icónicos y con mayor audiencia de la cultura estadounidense, el show del medio tiempo en el Super Bowl.
A los que tenemos más de ticinco, los muchachos nos esculcan la memoria, en especial sobre hechos dolorosos que marcaron no solo la historia, sino el alma de la sociedad, a las familias, cuyos huérfanos siguen prendiendo velas y esperando justicia. Los dolorosos hechos del noviembre negro, hace 40 años, indignan y estremecen.
Ha salido bien, como una promesa cumplida, el programa de Artes para la Paz. Se trata de una educación artística bien planteada, bien ejecutada, que recorre y dota las escuelas de todo el país. Empieza por los lugares que han sido afectados por la violencia e insiste en dignificar el trabajo de los artistas.
EditorialesComo lo reveló en días pasados este diario, cada día casi siete personas son asesinadas en Colombia en el marco de diferentes hechos de intolerancia.
La Constitución del 91 es progresista, moderna y garantista. Pero la inmensa mayoría de los colombianos no somos constitucionalistas y a veces nos encontramos con problemas cotidianos que nos cuesta entender. Con frecuencia sufrimos por la colisión entre dos derechos fundamentales que se contradicen.
Los resultados de la consulta del Pacto Histórico fueron para muchos un baldado de agua fría. Ni los más optimistas los vieron venir. Tratar de minimizar los casi tres millones de votos comparándolos con los seis que obtuvo la consulta interpartidista del 2022 no es más que un ejercicio fútil.
En 1989 se publicó el famoso artículo de Francis Fukuyama, El fin de la historia (National Interest). Más citado que leído, al artículo de Fukuyama (y al libro que le siguió) se le recuerda como una especie de canto victorioso de la democracia liberal en el mundo, tras las décadas de confrontación de la Guerra Fría.
Cuando se me pega la aguja y no logro garrapatear mis columnas, saco papel y lápiz y me fluye el ladrillo. Si practicas la terapia de escribir a mano, mandas sobre la escritura. Vas a tu ritmo, no al del computador que te exige desocupar antes de que se acabe el mundo.
También la historia puede caer en las manos equivocadas.