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Exdirector de la Dian. gcote@globbal.coEl pueblo escoge a los miembros de las corporaciones legislativas con la convicción de depositar una legítima confianza en personas dignas de ejercer los cargos de forma responsable y desprendida de intereses particulares.
No podemos acostumbrarnos a las mentiras oficiales. En su alocución de esta semana, Petro utilizó el poder mediático del Estado para venderle a la gente la idea de que Colombia es un paraíso en materia de orden público y que el tal "caos de violencia" no existe y solo es una "mentira política".
El Acuerdo de París, firmado en 2015, está fracasando.
El de Gustavo Petro no pretende ser un gobierno gradualista, sino revolucionario. Y una revolución es la transformación simultánea de muchos estamentos de la sociedad. Para eso se necesita un poder que va más allá de las facultades que la Constitución le asigna a la presidencia.
El mundo económico está atónito con la improvisada guerra arancelaria global bajo Trump 2.0. Recordemos que lo intentado por Trump 1.0, en 2017-2018, no había dejado nada positivo en alcance de objetivos Maga.
¿También estará planeando Petro volverse "mejor amigo" del papa León XIV?
Una especie de vértigo colectivo parece desbordar a los colombianos. Se vive bajo una presión que hace creer que todo avanza, con una fuerza y a una velocidad angustiante, en dirección al desastre.
Los augurios alcanzaron a ser pesimistas. Tras la muerte del papa Francisco, que si bien conquistó el corazón de millones también tocó fibras sensibles que le granjearon no pocos enemigos, incluso en la propia curia romana y en el Colegio Cardenalicio, varios especularon con un accidentado proceso de elección de su sucesor.
¿Qué pasa con Velasco, Bonilla y González?
Santiago Caputo y Javier Milei El escándalo de ficha limpia, con el oficialismo como principal acusado, nos devuelve a la pregunta sobre la verdadera naturaleza de este gobierno. Javier Milei suscita la misma pregunta que nos hacíamos con Cristina Kirchner : ¿es o se hace?