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Vuelve y juega. Otra vez las marchas por el Día de la Mujer quedaron reducidas a escenas de vandalización de símbolos que hacen parte del paisaje urbano. Uno político, como el busto de Luis Carlos Galán; otro artístico, como la escultura de Fernando Botero. Y no es que a mí me gusten esas manifestaciones.
Han pasado cinco años desde el inicio de la pandemia de covid-19, ese fenómeno impensable, que solo creíamos posible en el imaginario mundo del cine o de la literatura, pero que nos invadió sin previo aviso para sumirnos en una profunda incertidumbre.
Muchas denuncias por corrupción o por incompetencia en el gobierno de Petro provienen de situaciones de fuego amigo. El clima laboral es bastante inflamable. Funcionarios, políticos, amigos e, incluso, parientes de Petro son señalados por los miembros y exmiembros del Gobierno.
Ayer temprano al entrar a la peluquería, el fortín vanidoso femenino, sentí un clima de pelea donde opinaban Gustavo Gómez, de Caracol; Néstor Álvarez, de Blu Radio; Juan Pablo Calvás, en la Doble U, y en la FM el exministro Juan Lozano con su lúcida colega Darcy Quinn, "la mujer mejor informada del país".
Es comprensible la indignación de la ciudadanía ante los hechos vandálicos ocurridos el sábado pasado en el marco de las marchas del 8M.
EditorialesContinúan las protestas de los arroceros en varios puntos de la geografía nacional. Los productores de este cereal llevan más de una semana manifestándose y protagonizando bloqueos en departamentos como Huila, Tolima, Sucre, Arauca, Casanare, Meta, los Santanderes, Cesar, La Guajira y Córdoba.
EditorialesAyer, el Ministerio de Agricultura y la Federación Nacional de Arroceros (Fedearroz) llegaron a un acuerdo que llevaría al levantamiento del paro de cultivadores de este cereal.
Tengo en mis manos el último libro de Eduardo Lora, que será presentado en la próxima Feria del Libro de Bogotá, en abril. Se llama Los colombianos somos así.
El crecimiento de las tasas de repetición y deserción en la educación básica, la desfinanciación de Icetex, el desastre del Icfes y, recientemente, los datos sobre deserción en educación superior contrastan con las mil y una promesas a los jóvenes a quienes se invitó a votar por el cambio, ofreciendo ríos que manarían leche y miel, como en el Antiguo Testame
Buena parte del problema que tenemos con las asonadas y los secuestros en contra de miembros de la Fuerza Pública -cada día más frecuentes- es que no llamamos las cosas por su nombre. Nos fuimos acostumbrando a una narrativa indulgente dizque para no ‘emberracar’ a las "comunidades" y volver más fáciles los procesos de liberación de los uniformados.